El primer dispositivo pensado para la puesta en escena fue la articulación entre interpretación musical e interpretación actoral. Así como el texto es partitura de actores, la música (interpretada por ellos mismos) debía ser parte del texto de la obra. Nos llamó la atención la intensidad de la articulación de las tres dimensiones que conviven en sueño (mundo noble, mundo onírico, mundo popular) con una tercera dimensión: el mundo musical. Creímos que todos estos mundos expresados simultáneamente potenciarían el poder dramático que Sueño de Una noche de Verano tiene intrínsecamente. Asi Sobre esta premisa se buscó actores que tuvieran conocimientos de interpretación musical.
La convocatoria a la realización del proyecto incluyó a 16 personas que trabajaron durante 10 meses con una entrega total y absoluta en pos de “construir lo bello”. Una gran sensación de confianza en el producto final, confianza en los integrantes del grupo, confianza en el proceso y disfrute compartido fue también una de las premisas y elementos centrales del proceso de puesta en escena.
En palabras de Martinez Bel: “Mi trabajo específico como Director General del proyecto fue: primero buscar las personas para tener como socios, llamé a Mariano Cossa para que se hiciera cargo de la Dirección Musical y Composición de la música, llamé a Paulo Ricci para asociar al Teatro Beckett en el proyecto, llamé a Mario pascullo, escenógrafo santafesino que interpreta mis puestas como las imagino y les agrega una visión profunda del espacio, más tarde llame a los actores, y luego a todos los demás participes de este “Sueño” En esta asociación construimos algo más potente que un espectáculo. Construimos identidad propia a partir de un objetivo común”.
Con las dos premisas centrales; “Musica como texto y texto como música”, y “Sociedad de voluntades para el desarrollo del proyecto”, se comenzó el trabajo de puesta en escena de la obra:
En primer lugar se decidió encontrar una musicalidad del equipo, para esto se dedicó 4 meses de trabajo de investigación. Este trabajo consistió en la improvisación musical /corporal de los actores músicos. El resultado de este proceso generó mucho más que musicalidad; también características de muchos de los personajes.
A partir de entonces se comenzó a montar, las escenas. A cada hipótesis de escena, se le ensambló su “texto musical” que fue incorporándose en forma imprevista allí donde la acción lo demandaba. En palabras de Cossa; “el texto pide a la música en distintos momentos de cada escena; música, texto y acción se fusionan y una vez fusionados no se puede ya encontrar que es lo uno y que es lo otro”.
Sin que hubiera sido una idea primigenia, actores y directores entendieron, una vez avanzado el proyecto, que la escenografía debía contemplar también esta dicotomía entre lo musical y lo actoral. La solución que Mario incorporó al proyecto fue una escenografía sonora que se integra a la partitura Texto/música en un espacio onírico como el que propone la obra.
Según Claudio Martinez Bel; “esta obra porque es bella, romántica, sensual, cómica y mágica. Quiero lograr un espectáculo bello, desde todas las perspectivas, actoral, visual y sonoro”